Cuando acabo de leer el artículo la sorpresa se ha convertido en indignación. Conductas de esta naturaleza, de servidores de lo público, me parecen inmorales y califican por igual a quienes las practican y a quienes las toleran y amparan. Si efectivamente las cosas son como el artículo periodístico dice (si no es cierto todo lo anterior ténganlo por no dicho) la afectada debería, por este orden, devolver todas las dietas indebidamente cobradas, pedir perdón y, sin solución de continuidad, presentar su dimisión como eurodiputada y su baja en el partido en el que milita.
Si ella no lo hace, los responsables del partido (de este y de cualquier otro que tenga en su seno gente de la misma catadura moral) deberían expulsarla y ponerlo en conocimiento de la Fiscalía General del Estado por si los hechos pudieran ser constitutivos de delito (apariencia tienen desde luego).
Y en uno u otro caso la Fiscalía debería abrir una investigación y, en su caso, ejercitar las acciones penales que correspondan.
Sería también deseable que el Presidente del Parlamento Europeo tomara la iniciativa, evitando que en el futuro se sigan manteniendo situaciones como esta, que por otra parte deben ser públicas y notorias según cuenta El Mundo, exigiendo la devolución de las cantidades indebidamente cobradas y si era conocedor de esta práctica presentando su dimisión y abandonando la política.
Si todo es incierto, la calumniada debería salir rápidamente a desmentirlo y aportar la información necesaria sobre sus cobros y viajes para disipar cualquier duda.
PD: Un día después
El mismo día que publiqué este artículo en este blog escribí a la Eurodiputada para trasladarle mi malestar. Muy amablemente me contestó al día siguiente y me aclaró y explicó mis dudas. Personalmente la creo, por lo que honestamente debo contarlo aquí también.